Perspectivas económicas
2023 SERÁ UN AÑO DE DESACELERACIÓN
Sorprendido dejó al mundo el Fondo Monetario Internacional (FMI) cuando en la actualización de proyecciones económicas, Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe, advirtió que “lo peor aún está por llegar, y para mucha gente 2023 se sentirá como un año de recesión”.
La sorpresa está sustentada en que para muchas familias, sobre todo las más vulnerables, el 2022 ya fue todo un reto: los precios llegaron a los niveles más altos en lo que va del siglo en países como Colombia; las tasas de interés bailaron a ese ritmo y subieron como espuma; y, como condimento adicional, la guerra entre Rusia y Ucrania y los cierres por brotes de Covid en China le pusieron más presión al mercado y tuvieron un impacto directo sobre cosas tan simples como ir por las compras al supermercado o tanquear el carro.
Con todo y esto, a la economía mundial le dará para marcar un crecimiento de 3,2% en 2022 impulsada por los buenos precios de las materias primas y el nivel de consumo de los hogares, que salieron desbordados a gastar después de los confinamientos por la pandemia y la eliminación de prácticamente todas las restricciones.
De ahí que la recomendación del FMI sea abrocharse el cinturón en 2023, pues la desaceleración es real y ya en el segundo semestre 2022 se estaban empezando a observar los primeros síntomas. El Producto Interno Bruto (PIB) global se ubicará en 2,7%, menos de lo esperado por ese ente global inicialmente (2,9%), aunque las posibilidades de que el dato final sea menor a 2% son bastante altas.
Por ahora se está mirando la copa medio llena, aun cuando “más de una tercera parte de la economía mundial se contraerá este año y el próximo, mientras que las tres mayores economías —Estados Unidos, la Unión Europea y China— continuarán estancadas”, como lo indicó el economista jefe del FMI.
En su opinión, el 2023 se ve gris y a medida que la economía se aproxima hacia “aguas turbulentas” será más frecuente que los inversionistas se muevan a mercados que los refugien como Estados Unidos. Al final, quienes se llevarán el mayor golpe son los hogares de menores ingresos a nivel mundial. Un panorama preocupante, máxime cuando según la ONU alrededor de 1.300 millones de personas en el planeta sufren la pobreza en múltiples dimensiones.
Como no hay mal que dure 100 años, el FMI cree que para enfrentar este período de incertidumbre los bancos centrales deben mantener el curso de la política monetaria para recuperar la estabilidad de precios. También sugiere reimpulsar reformas estructurales para mejorar la productividad y la capacidad económica y así aliviar las restricciones de oferta y su incidencia en la inflación. Igualmente, considera importante seguir avanzando en las políticas diseñadas para acelerar la transición a la energía verde, máxime cuando en Europa se desató una crisis energética provocada por la reducción del suministro de gas de Rusia por cuenta del conflicto bélico. Es que los problemas del hoy, menciona, no pueden ser motivo para desatender la lucha climática.

La región crecerá menos de la mitad
Echando un vistazo a Latinoamérica y el Caribe, la situación no dista mucho de lo que se verá en el resto de las regiones. Así, el cálculo es que en este lado del mundo la economía pasará de crecer 3,5% en 2022, a 1,7% en el 2023. Significa que la expansión será de menos de la mitad del año previo y el frenazo se sentirá en prácticamente todos los territorios, lo que contrasta con un 2022 favorecido por la recuperación del empleo a los niveles previos a la pandemia, la recuperación del turismo y el buen flujo de remesas.
Así, por ejemplo, Colombia pasará de ser el país que más riqueza generó al que más caerá, pues el PIB caerá de 7,6% a 2,2%. Mientras tanto, Venezuela mostrará la tasa más sólida de crecimiento con un 6%, pero es de anotar que esta economía se está comparando con años previos que fueron bastante negativos y apenas está dando pasos para recuperar un aparato productivo que poco a poco fue quedando rezagado.
En los casos de México y Brasil, las principales economías latinoamericanas, se espera que el PIB decaiga de 2,1% a 1,2% y de 2,8% a 1%, respectivamente. Otros datos interesantes dejan ver cómo Puerto Rico será la que menos crezca, con un 0,4%, mientras que Paraguay dará el mayor salto al pasar de una tasa de 0,2% a una del 4,3%. Entre tanto, para Chile parece que el 2023 no estará a favor, pues sería el único territorio de este lado del mundo cuyo PIB caerá, con un -1%.
De lo que se viene observando para Latinoamérica y el Caribe, analistas del FMI aseguraron que “la financiación es cada vez más escasa y más costosa en medio de las subidas de tipos de interés por parte de los principales bancos centrales para reducir la inflación. Los flujos de capital hacia los mercados emergentes se están desacelerando y los costos de los préstamos externos están aumentando”.
La gran conclusión es que “para América Latina, estos factores dan como resultado una desaceleración de la actividad, ya que el aumento de los costos de endeudamiento pesa sobre el crédito interno, el consumo privado y la inversión”. El efecto en cadena de las tasas además provocará que las materias primas bajen poco a poco de precio y pondrá más duras las condiciones para la región, que no perderá un amortiguador importante. Además, las exportaciones, las remesas y el turismo tendrían serias implicaciones.

La inflación no dará tregua
Y si bien es cierto que el otro año habrá un menor crecimiento, esto no significa que los precios vayan a bajar también. Sobre la mesa está la advertencia: “A pesar de la desaceleración del crecimiento, América Latina seguirá experimentando una alta inflación durante algún tiempo”.
Las posturas en este sentido están dividas. Para algunos expertos y entes como el propio FMI la ruta a seguir es continuar con el incremento de las tasas de interés hasta que los precios al consumidor converjan a niveles de normalidad, mientras que hay quienes piensan que se deben evaluar nuevas alternativas por parte de los bancos centrales y los gobiernos ya que los ajustes en los tipos pueden resultar una cura peor que la enfermedad.
Uno de quienes se van más por esta última corriente es el presidente colombiano, Gustavo Petro, quien aseguró que incrementar las tasas de interés no ayuda a contener la inflación sino que por el contrario la desata, por lo cual se deben contemplar otro tipo de medidas. Según Petro, las consecuencias de la recesión el próximo año en economías emergentes como Colombia serán menores exportaciones y, como lo dicen entes internacionales, menos remesas debido a que los latinos en el extranjero tenderán a ahorrar más por la situación de incertidumbre.
Para resumirlo, el Fondo Monetario describe: “Hemos elevado nuestras previsiones de inflación. Los aumentos de precios en estos cinco países rondarán el 7,8% a finales de año y se mantendrán elevados en torno al 4,9% —aún por encima de los rangos de tolerancia de los bancos centrales en la mayoría de los casos— hasta finales del próximo año”.
De esta forma viene un 2023 de menor actividad económica, decisiones recatadas y un consumidor más moderado. Viendo el lado positivo, varios analistas creen que esto será el primer paso para volver a “un crecimiento saludable”. Es decir, volver a los niveles de actividad previos a la pandemia, equilibrar la cancha entre oferta y demanda y recuperar las cadenas de suministro, entre muchas otras cosas que hacen arte de la “normalidad”.